VIGENCIA DE LA CONCEPCION IDEOLOGICA DEL APRISMO CON RESPECTO AL IMPERIALISMO
Por: Humberto A. Martinelli
INTRODUCCION
La historia de la humanidad ha culminado y hemos alcanzado el estadio casi perfecto en el cual, por obra y gracia de la globalización y la mundialización, a que nos ha conducido la vertiginosa y espectacular revolución científica y tecnológica concretada en las últimas décadas del siglo XX , los seres humanos podemos, al fin, satisfacer nuestras necesidades básicas más perentorias y, luego, comenzar procesos de realización personal mediante la atención de expectativas superiores. La globalización y mundialización han elevado a la categoría de evangelio incuestionables conceptos tales como liberalización, privatización, desregulación equilibrio fiscal, estabilidad monetaria y, por encima de todos, como mandato divino: La economía de libre mercado.
Quien pretenda poner en duda estos postulados es cruelmente calificado como abogado del diablo, que ha asumido una nueva identidad: El estado social o del bienestar. Ese monstruo que socava la libertad del hombre, que usurpa la propiedad privada y se adueña del trabajo de todos, constituye un peligro a ser afrontado con firmeza para evitar la reedición de las más tenebrosas tragedias humanas. Es el pasado que no debe retornar jamás. Por ello, todo atisbo de intervencionismo, por pequeño que sea, que atenta contra el libre juego de la oferta y la demanda, es combatido con severidad. Por contraste, existe una entidad antagónica e ese "perverso" estado socializante. Es el estado de concepción neoliberal, que utiliza todo su poder de coerción para salvaguardar la casi irrestricta movilidad del capital y reprimir a los opositores al liberalismo económico.
Estos son los dogmas de nuestros días que se difunden en los medios de comunicación social, se enseñan en escuelas y universidades, se incluyen en los programas políticos de los partidos "responsables", insertándose en el seno de la sociedad como las modernas y universales verdades. Pues bien, este documento contiene un análisis y una propuesta que puede calificarse de herejías, por cuanto desafía y denuncia como falacias esas "modernas" y "universales" verdades.
En primer lugar se demuestra que ni la globalización ni la mundialización son conceptos modernos. Ambos están ligados al capitalismo desde sus orígenes. La globalización es un concepto esencialmente económico que expresa la tendencia del capital a expandirse a todo el planeta, suprimiendo los modos de producción precapitalistas; en tanto que la mundialización define la presencia del capitalismo en las esferas políticas y sociales para afirmarse. La idolatrada transnacionalización de la economía no es otra cosa que la profundización y extensión de las relaciones capitalistas, acordes con la revolución científica y tecnológica de nuestros tiempos, pero en esencia, responde a la misma lógica que se observó durante la Revolución Industrial. Las Corporaciones Transnacionales de hoy (CTNs), son herederas a mayor escala de los primeros conglomerados que operaron durante la antigua época colonial. Para corroborar éstas afirmaciones, se presentan cifras que reflejan las dramáticas desigualdades en la distribución de beneficios y la secuela de daños ocasionados en los países periféricos.
A continuación, en el segundo capítulo, se describe la naturaleza y desarrollo del sistema capitalista que ayudan a comprender lo expuesto en el párrafo precedente. Concentración de poder y desigualdad son inherentes a éste sistema. Adicionalmente se rechaza la idea de la pretendida vocación "natural" de la humanidad hacia la economía liberal, demostrando que fue una alianza entre los emergentes comerciantes internacionales y las centralizadas monarquías europeas quienes le dieron origen, refutándose desde el principio el supuesto antagonismo entre capitalismo neoliberal y estado. Por el contrario, el estado otorga sustento político al capitalismo. Asimismo, en éste mismo apartado se comprueba que el imperialismo está vinculado estrechamente al sistema capitalista y que las CTN s constituyen su expresión más poderosa; a tal punto que escapan al control regular de los estados nacionales y han diseñado un nuevo aparato de vigilancia mundial. El Estado Transnacional (ETN).
En el tercer capitulo, se señala que no obstante el inmenso poder de las CTNS y su ETN, se están presentando una serie de contradicciones que erosionan las bases de estabilidad del orden mundial. No se pretende afirmar que estamos a las puertas de la caída del sistema imperante, pero si que los estados nacionales tienen oportunidades de recuperar la iniciativa perdida para defender a sus pueblos de la vorágine incontrolada de los grandes capitales, particularmente financieros.
De la lectura del presente documento, se colige la plena vigencia de la posición anti-imperialista del Aprismo, expuesta por Víctor Raúl Haya de la Torre. Por ello, en el punto cuarto y final se revisan algunos conceptos desarrollados por Haya respecto al imperialismo y se hace un llamado a restaurar el estado del bienestar como una de las herramientas, que junto con la organización política del frente único de trabajadores manuales e intelectuales, - que por ninguna razón puede ser considerado como patrimonio exclusivo de una organización política en particular -, y diversas instituciones de la sociedad civil, permitirán insertarnos, junto al resto de países indoamericanos, con real éxito en la economía mundial, que no podemos obviar.
Cotidianamente escuchamos con frecuencia los conceptos de globalización y mundialización como sinónimos que definen el nuevo orden mundial, siendo que la aplicación del primero es más vigente en los países anglosajones, en tanto que el segundo se utiliza mayormente en los ámbitos europeos continentales, franceses especialmente.
Sin embargo, es preciso aclarar que se trata de términos distintos el uno del otro. Consideramos como globalización un fenómeno de naturaleza esencialmente económica, consecuencia de una revolución científica y tecnológica acelerada y profunda, que consiste en un radical proceso de integración de la economía internacional fundada en la liberalización de los mercados, la extrema concentración del capital en un puñado de gigantescas empresas, conocidas como Corporaciones Transnacionales (CTN), y el ascenso del capital financiero como principal agente protagonista de éste proceso de acumulación central en desmedro del capital productivo. Por ello, no pocos califican la globalización como globalización financiera.
Así, el crecimiento de las inversiones financieras (acciones, obligaciones, productos derivados, opciones, inversiones en cartera, etc) ha sido espectacular y las inversiones institucionales (fondos de pensiones, compañías de seguros y sociedades de inversión) prácticamente han doblado su capacidad financiera. Durante los últimos dos lustros, el volumen de títulos intercambiados mediante inversiones directas aumentó en 334 %.
Adicionalmente, se estima que el monto total de las operaciones efectuadas en las plazas financieras más importantes alcanzaría un billón 300 mil millones de dólares, frente a los 10 o 20 mil millones de hace 25 años. En el mismo sentido, el volumen de las operaciones de cambio tiene una relación de 50 a 1 respecto al comercio mundial de bienes y servicios, que entre 1984 y 1994 creció en 6.3 %, - un ratio más de dos veces superior al de decenios precedentes -. En ese mismo período, la producción aumentó en 2.1 %.
La concentración del capital tiene como exponentes a las Corporaciones Transnacionales (CTN), que han emergido como las grandes vencedoras de finales del siglo XX. De las 100 economías más poderosas del planeta, 51 son CTNs. Las 200 corporaciones líderes en la actualidad producen el 27.5 % del PBI mundial. Alrededor del 90% de la inversión extranjera directa en los países del tercer mundo son fusiones o adquisiciones de CTNs sobre antiguas empresas nacionales, públicas o privadas. Entre 1982 y 1999, las ventas de las filiales de éstos conglomerados se multiplicaron por 6. Estas enormes organizaciones han asumido una fuerte participación en el comercio mundial, superando fronteras nacionales y aplastando a competidores locales; En la medida que extienden su actividad en regiones y países, incrementan sus utilidades. Las ganancias de las 500 empresas más grandes del mundo han crecido un 15 %.
Esta concentración de capitales opera en diversos ámbitos de la actividad industrial y las comunicaciones. En 1998, las 200 mayores empresas multinacionales controlaban el 80%de toda la producción agrícola e industria mundial, así como el 70% de los servicios e intercambios comerciales. Las diez principales empresas de telecomunicaciones controlan el 86% del mercado. Entre diez compañías dominan el 85% del mercado mundial de plaguicidas y otras diez son, por ejemplo, las dueñas del 70% del negocio de productos de uso veterinario.
Elemento fundamental para acentuar el proceso de concentración financiera, ha sido sin duda el avance de la ciencia y la tecnología, especialmente en el área de las comunicaciones, por cuanto éstas han permitido una prodigiosa velocidad y casi inmediatez en los intercambios financieros.
No obstante, la financiación de la economía exige una decisión política. La eliminación de barreras al movimiento y rentabilidad del capital a lo largo y ancho del orbe. Esta decisión política es la liberalización. Abrir todo, para permitir el acceso indiscriminado del capital. El comercio, el trabajo, las finanzas, las comunicaciones, dejan de lado cualquier restricción o protección nacional y se someten a los vaivenes y reglas de la economía global.
Admitida la tesis que sin la masiva aplicación de políticas de liberalización, la globalización financiera había resultado casi un imposible. Cabe señalar que a su vez estás políticas de liberalización requerían para su ejecución el diseño e implantación de un esquema cultural que procurase la aceptación social del nuevo orden establecido, el mismo que debía considerarse como "moderno", "racional" y, más aún, propio a la naturaleza "común "de la humanidad. De esta forma asistimos a un proceso de uniformización mundial que nos impone estilos de vida similares en todo el globo terráqueo, difundido profundamente por los medios de comunicación y exaltado por la industria de la cultura. Una cultura de consumismo individualista y occidental que se extiende a todos los confines. Observamos con impotencia como se propalan a amplias y diversas regiones los mismos productos –bienes y servicios –desde establecimientos de comida rápida hasta la manera "correcta "de vestirse. Las mismas películas, las mismas canciones, los mismos ídolos, los mismos automóviles y por supuesto, las mismas fuentes de información .
Esta forma uniforme de concebir las cosas se extiende a la economía y la política. El mercado es considerado como el mejor asignador de los recursos y cuanto más libre se encuentre de esas nocivas injerencias externas mejor cumplirá su papel En lo político, la democracia liberal y representativa se constituye en un valuarte de las libertades y derechos individuales porque de eso se trata, el predominio del individualismo frente a cualquier pretensión colectiva o solidaria que debe ser rechazada por haber fracasado a lo largo de la historia. La mundialización echa al tacho de los desperdicios las necesidades de asegurar la educación, la sanidad, el trabajo, las pensiones justas, puesto que todas ellas harían necesaria la participación del estado, rechazado por la cultura global y mundial .
Por tanto, el real sentido de la mundialización viene a ser la imposición de los patrones de vida y la infraestructura de las civilizaciones centrales a los pueblos de la perifería, los cuales deben abandonar sus "primitivas" e" irracionales "costumbres y modos de vivir, pensar y sentir. La mundialización es el complemento y socio ideal de la globalización en la medida que contribuye a su aceptación social como el camino sensato hacia la felicidad, definida en términos occidentales .
La consideración del estado está en la médula de la globalización . Pero para desarrollar este tópico es preciso hacer una distinción entre las concepciones que Weber y Marx plantearon con respecto a sus fundamentos y organización.. Weber define el estado como un conjunto articulado de cuadros e instituciones que ejercen autoridad, un dominio legítimo de poder coercitivo, en un determinado territorio .En la concepción Weberiana lo económico (mercado) y lo político(Estado) son ámbitos separados y eventualmente antagónicos que se vinculan externamente, cada una con su lógica particular. Desde está perspectiva, la globalización marca la creciente incapacidad del Estado- Nación para hacer frente al avasallador embiste de las fuerzas del mercado.
Contraria a la posición de Weber se presenta la conceptualización marxista del estado, el cual se define como una institucionalización de relaciones de clases en torno a una configuración específica de la producción social. La concepción materialista de la historia establece que lo económico y lo político son momentos distintos de una misma totalidad. Otra discrepancia de Marx con Weber radica en que el primero no restringe la autoridad del estado a un determinado territorio conocido como Estado Nacional.
Frente a la definición de Estado- Nación como unidades jurídicas y geográficas, en ocasiones unidades culturales, emerge la visión del estado como relaciones de clase, que establecen un sistema coercitivo de autoridad para beneficio y usufructo de las clases dominantes. Desde el punto de vista marxista, el estado otorga una forma política a las instituciones económicas y a las relaciones de producción. Así, en tanto los mercados son los lugares físicos de la vida material los estados surgen de las relaciones de producción y representan la institucionalización de las relaciones sociales de dominación.
Así, las clases sociales y los grupos multiclasistas son los actores de la historia, y los aparatos de estado son los instrumentos que refuerzan políticamente las relaciones de clases. Bajo está premisa, si la globalización económica del capital transforma las relaciones de clase al erigir una nueva clase dirigente transnacionalizada, entonces engendra también un nuevo tipo de estado, acorde con la nueva situación. Está novedosa organización podría denominarse el Estado Transnacional (ETN) .
Este ETN incluye en su seno a todas aquellas entidades y prácticas que sustentan y hacen avanzar la hegemonía de la nueva clase dirigente global y su proyecto de edificar una sociedad globalizada teniendo como referente las relaciones de producción impuestas por este bloque capitalista. En la red emergente del ETN están consideradas los estados - nacionales transformados, organizaciones supranacionales, tanto políticas como económicas, foros internacionales y una extensa colmena de funcionarios transnacionales que se insertan estratégicamente en puestos claves para la toma de decisiones .
A está altura cabe hacer una precisión. El Estado –Nación no desaparece ni se extingue. Más bien se transforma para contribuir a la consolidación del ETN. En tal sentido, las funciones de los Estados nacionales están girando desde el diseño y ejecución de políticas autónomas y/o regionales, a la administración de políticas formuladas en las instituciones supranacionales. Pero, además, cumplen una serie de tareas para las cuales por su configuración territorial constituyen piezas importantes del nuevo orden.. Es a través del Estado - Nación que se establece un orden jurídico para reprimir al factor trabajo y debilitarlo frente a la preeminencia del capital. Es a través del Estado –Nación que la clase dirigente monta un aparato militar para defender sus intereses en caso de amenazas. Es a través del Estado - Nación que se provee la infraestructura básica para atender los requerimientos del capital global. En buena cuenta el Estado – Nación abdica de su soberanía, pero continua existiendo para atender las necesidades de la dirigencia trans nacional y su aparato de control político, el ETN.
2.1.Las Cifras de la Globalización Capitalista:
Considerando la innegable naturaleza neoliberal del actual proceso de transnacionalización económica, es conveniente realizar una somera revisión respecto a los resultados que esta etapa del desarrollo de la economía mundial ha irradiado en diversas regiones del orbe, puesto que uno de los argumentos en favor de la globalización hace hincapié en la generación de pingues beneficios y su extensión hacia todos los países que se adhieran al sistema .
Al hacer referencia al beneficio, lo primero que se viene a la mente es el usufructo de la renta creada. Pues bien, el primer dato que sobresale indica que el 20% más rico de la población mundial concentra un 86% de la renta total global, en tanto que el 40% de está se beneficia con apenas el 3.3% del Producto Bruto Mundial. Más aún, el 20% de la población total, estimada en 1200 millones de personas, se situaban en1998 por debajo del nivel de pobreza, fijado arbitrariamente en 400 dólares anuales, pero las 225 personas más ricas del planeta tienen rentas equivalentes a las de los 47 países más pobres. Apenas el 4% de la fortuna de estos multimillonarios bastaría para financiar las necesidades más elementales de la población de los países en vías de desarrollo; alimentación, agua potable, infraestructura sanitaria y educación. Al llegar al extremo de considerar las tres personas más acaudaladas, observamos que poseen activos superiores al PBI de los 48 países más pobres, poblados por unos 600 millones de habitantes, sin embargo, lo peor consiste en que está disparidad en la distribución de la renta no sólo no ha sido corregida ni detenida por la globalización sino que, por contraste, tiende agravarse. A partir de 1980,unos 60 países han sufrido un constante proceso de empobrecimiento. De está forma, mientras hace 4 décadas el 20% de la población mundial correspondiente a los países más ricos gozaba de una renta 30 veces superior al 20% de la población de los países más pobres, en 1995 esta renta se había convertido en 84 veces superior.
Al revisar cifras del propio Banco Mundial, una de las instituciones más importantes del ETN, se ratifica la idea que la aplicación a ultranza de políticas liberales está motivando un ensanchamiento de las desigualdades en el mundo. Apenas en un año, la cifra de los pobres, es decir aquellos que sobreviven con menos de un dólar diario aumentó de 1200 millones en 1998 a 1600 millones en 1999 unos 400 millones. Se alcanza casi el 30% de la población mundial.
Estas desigualdades en el usufructo de beneficios entre los países centrales y periféricos, se extiende a casi todos los sectores de la actividad económica, basta con revisar los datos de la concentración del poder de las CTNs. Por ello, no sorprende la caída de la participación de los países del tercer mundo en el comercio mundial desde el 40% (1970) al 25% (1990),estimándose que de no modificarse el orden económico mundial ,dicha participación podría reducirse a un casi inexistente 6%.
Sin embargo, estas desigualdades adquieren visos dramáticos al evaluar datos con relación a los niveles de alimentación, la más elemental necesidad humana para la subsistencia. Según información de la FAO, la ración alimenticia mínima por persona sería de 2345 calorías diarias. Pues bien, en 1998, 45 países se encuentran oficialmente por debajo de está exigencia básica. Es decir mil millones de personas padecen hambre y un tercio de ellas de manera severa. Observemos la desigualdad; mientras en EEUU, la media de calorías diarias es de 3500,en algunos países de Africa es de 1700. Tal vez por ello, de los dos mil millones de personas que sufren anemia en el mundo, sólo el 0.40% viven en los países industrializados. Está situación ha empeorado con el paso de los años. Así las personas que en mundo tienen una infra-alimentación aumentaron de 103 millones en 1970 a 215 millones en 1990, para alcanzar los casi 300 millones en 1998.
Las crecientes desigualdades descritas previamente, tienen como referente ineludible las bases sobre la cuales se sustenta la economía liberal en particular y la sociedad capitalista en general.
La economía de libre mercado capitalista y, la sociedad que se genera a su imagen y semejanza, se fundamenta sobre la consideración de la búsqueda del máximo beneficio posible, como eje central en la toma de decisiones y la conversión en mercancía de todos los factores que intervienen en el proceso de producción, incluido el trabajo. Esto ocurre así, por cuanto para la estimación de beneficios es preciso que todo tenga un valor y que ese valor pueda ser sujeto de intercambio en una plaza conocida comunmente como mercado.
En este contexto, el capital tiene la tendencia a concentrarse y expandirse puesto que teniendo mayores recursos y operando con más amplitud es posible trabajar a escala para aumentar los beneficios. Esto, sucediendo en un proceso dinámico, exige la eliminación de trabas que limiten la acumulación del capital puesto que es está acumulación la que permite sustentar la obtención de mayores beneficios, objetivo central del capitalismo. Es esta lógica la que descalifica cualquier intervención de entes ajenos al mercado, particularmente el estado. El mismo que, como lo fija Adam Smith debe circunscribirse a proveer la infraestructura de bienes y servicios que facilite el desarrollo de la economía en manos de propietarios privados. Pero una condición inherente a la acumulación de capital, es la desigualdad en la apropiación de los excedentes generados por la producción, puesto que para su crecimiento el capital requiere de la inyección persistente de nuevos recursos, los mismos que en condiciones normales del sistema deben provenir de su utilización. De está forma, el beneficio generado por el capital debe retornar, parcial o totalmente, hacia él para contribuir a su crecimiento. Ello plantea el tema de la propiedad. En la medida que exista una clase relativamente pequeña de gente que posea y controle los medios de la actividad industrial, comercial, o financiera, será posible asignar esos beneficios con la premisa de la acumulación capitalista. En buena cuenta el capitalismo constituye un sistema fundado en el trabajo asalariado, convertido en mercancía como casi todo lo que existe, que el empleado vende al propietario del medio de producción para poder subsistir y que genera un excedente que le pertenece exclusivamente a ese capitalista, quien para poder afrontar a sus competidores se ve forzado a reinvertir parte de ese excedente.
Este sistema económico se traslada al plano político y social para consolidarse.
La democracia liberal es el instrumento ideal para consagrar a la sociedad capitalista.
En ella, se acepta sin la menor objeción la desigualdad en la propiedad y los privilegios de la elite dominante que detenta el poder económico y político. La propaganda difundida por los medios de comunicación, que son posesión de esas clases elevadas, convierte en íconos sus estilos de vida y censura con vehemencia los cuestionamientos a la influencia desproporcionada que esos sectores ejercen sobre el resto de la sociedad. En estos regímenes los procedimientos democráticos son una parodia una democracia carente de contenido real, que confiere al pueblo un poder ilusorio, - particularmente con el mecanismo electoral-, que no discute las estructuras básicas de la sociedad, sino que, más bien, reafirma el consentimiento popular con relación a la vigencia de una estructura oligárquica de poder.
Sin embargo, cabe aclarar que no existe un compromiso indisoluble del capitalismo con la democracia liberal, la misma que es solo un medio que usa el gran capital para dar sustento político y social a su hegemonía económica. En ocasiones, cuando las estructuras de la democracia liberal han sido incapaces de salvaguardar con eficacia la seguridad de los intereses de las clases dominantes, estas no han dudado en echar por tierra su careta democrática y han recurrido a métodos de violencia extrema para defender su posición frente a peligrosas subversiones. El fascismo surge como la alternativa capitalista en situaciones de sumo riesgo para su estabilidad en el poder. El fascismo es la toma directa y sin mediaciones del control político, a todos sus niveles, por parte del capital, para defenderse.
Así el fascismo es una radical y criminal respuesta política y cultural en tiempos difíciles. Superadas las crisis del sistema político, el capital retorna a la democracia liberal
A propósito de la globalización y mundialización, se suele vender la idea de la vocación natural de la humanidad hacia la búsqueda de la acumulación de riqueza individualista como medio para conseguir un progreso material y satisfacción espiritual. Así mismo, los medios de comunicación nos asaltan diariamente haciendo persistentes elogios a la modernidad, que se concibe como la definitiva victoria de la economía de mercado ,nunca antes presenciada en la historia .Somos testigos de la satanización del estado por constituirse en una entidad enemiga y antagónica al mercado.
Pues bien, corresponde examinar con detenimiento los postulados previamente citados, por cuanto su enunciamiento contundente procura dejar sin armas a quienes cuestionan la irreversabilidad de la globalización y su socio, la mundialización.
Como punto de partida está el supuesto desarrollo natural de la economía de mercado. Al respecto, si se lee con detenimiento la historia económica de la humanidad se podrá observar como los pueblos de la antigüedad, incluidos los más grandes imperios, si bien no desconocían al mercado ni la actividad comercial tenían estructuras estatales sumamente verticales y autoritarias, se levantaron sobre pilares económicos muy distantes al mercantilismo. Así, la organización del trabajo colectivo testimonia durante largo tiempo la existencia de una división del trabajo que carecía de rasgos que la identifican con la economía del mercado. La formación de excedentes en aquellas añejas formas de distribución del trabajo no era asignado al desarrollo de una intensa actividad mercantil, sino que eran empleados en la realización de enormes obras de infraestructura y monumentos generalmente religiosos. Incluso parte de estos excedentes se utilizaban en atención a criterios de solidaridad y reciprocidad, distantes a la concepción neo- liberal .
Diversos estudios antropológicos y económicos muestran una paradoja que pretenden ignorar o mediatizar los apologistas del liberalismo. La institucionalización de la economía del libre mercado sólidamente establecida no fue algo que aconteciera de manera natural sino que, por el contrario, resultó ser consecuencia de una activa participación del estado. Fueron las monarquías centralistas de Europa Occidental, especialmente Francia e Inglaterra, las que, a partir del siglo XVII realizaron la unión entre los múltiples y diversos aislados mercados locales y el comercio exterior construyendo paulatinamente mercados más grandes. Está participación estatal es la respuesta a las demandas de los comerciantes internacionales que deseaban ampliar su radio de acción sobre un conjunto de mercados del interior. Es está alianza entre el estado y el comercio mayorista lo que da nacimiento al sistema de la economía de mercado y no una progresiva integración de mercados locales, ni mucho menos la "tendencia natural" del hombre hacía el mercado.
Marx establece con propiedad la real naturaleza del capitalismo y su imposición cuando afirma que "la tendencia a crear el mercado mundial viene dada inmediatamente en el concepto de capital. Todo límite se presenta como un límite a superar. Ante todo, el capital tiene la tendencia a someter todo momento de la producción al cambio y a negar la producción de valores de uso inmediato, que no entran en el cambio, es decir , tiene la tendencia a colocar precisamente la producción basada sobre el capital en lugar de modos de producción anteriores y, desde su punto de vista ,primitivas. El comercio ya no se presenta como una función que tiene lugar entre productores independientes para el cambio de su excedente, sino como un presupuesto esencial. omnicomprensivo y como un momento de la producción misma".
Asi , el carácter mundial del modo de producción y del sistema capitalista en general, se remonta a sus orígenes. La pretendida novedad de la globalización y mundialización viene a ser, en realidad, la profundización de una tendencia inherente al capital que, impulsada por los avances científicos y tecnológicos de fines del siglo XX ha recrudecido en su penetración hacia vastas regiones del planeta, aniquilando a sectores que escapaban al dominio del capital. Es decir, lo que caracteriza al momento actual no es el alcance mundial del capital, sino la manera concreta en que se impone.
Concluimos en la falsedad de las premisas enunciadas previamente. El capitalismo y la economía de mercado no son inherentes a la naturaleza de la humanidad. La globalización y mundialización son la ampliación de tendencias ya visualizadas e implícitas al capital, no constituyendo ninguna novedad, salvo la fuerza con que se presentan. Finalmente, el estado no es antagónico al capital, es más bien la representación política de las relaciones de clase.
Se ha definido al imperialismo como un fenómeno económico que se traslada al plano político para afirmarse, puesto que describe la necesidad que tienen los grupos más grandes de los países centrales por expandir su influencia y dominio a territorios que están ubicados más allá de sus fronteras de origen, ( zonas periféricas ), para afianzar su poder frente a eventuales competidores.
Si bien es verdad, el estudio acucioso del imperialismo data del siglo XX aún cuando muchos creen que Marx y Engels anticiparon está tendencia en el capitalismo, este fenómeno ha sido a lo largo de la historia expresión inherente y culminante del desarrollo de poderosas estructuras estatales, habiendo evolucionado acorde con las sucesivas configuraciones económicas, políticas, sociales y militares de los países centrales que han estado condicionadas por los avances científicos y tecnológicos alcanzados en ellos.
Así, imperialistas fueron a su turno Egipto, Cartago y especialmente, Roma. Otras civilizaciones de la antigüedad mostraron vocación imperialista, aunque en una dimensión más restringida, tal vez la edad media europea, con su secular tendencia a la fragmentación feudal y debilitamiento del estado marcó una interrupción en occidente. Pero, tan pronto las estructuras estatales recobraron su poder hegemónico sobre territorios relativamente extensos, dando origen al Estado – Nación, las posiciones imperialistas volvieron a presentarse.
Pero este nuevo impulso imperialista, conducido políticamente por las monarquías centralizadas constituyó un salto cualitativo respecto a las embrionarias experiencias de siglos anteriores. En su configuración se encontraba presente un nuevo elemento que marcaba la diferencia fundamental respecto al pasado. Era el sistema capitalista aún cuando por entonces limitado por el desarrollo científico y tecnológico de la época.
El advenimiento de la revolución industrial, terminó por consumar el ascenso de la burguesía al poder y la imposición de su modelo económico liberal. En este contexto el imperialismo se extendió como nunca antes se había observado en la historia hasta entonces.
Esto por cuanto, como ya se ha expresado previamente, el capital en la economía de libre mercado tiene la tendencia a su acumulación y a la supresión de los modos de producción y formas de intercambio pre-capitalistas .
De esta forma el imperialismo tradicional, asociado al capital genera un nuevo tipo de imperialismo radicalmente distinto en cuanto a extensión y naturaleza respecto a lo observado en los imperios antiguos. Está nueva versión imperialista no sólo es más amplia habiéndose propalado a los cinco continentes del orbe, sino que es cualitativamente más profundo, por cuanto a su llegada altera drásticamente la forma de vida de los pueblos mediante su incorporación al sistema capitalista a diferencia de la esclavitud o exterminio que marcaban su desaparición en el pasado.
Pero está nueva edición de imperialismo incorpora un agente desconocido previamente, la corporación capitalista. Hace más de cien años ya no era un secreto la existencia de corporaciones que operaban concentrando los capitales en la economía mundial. Su actividad era fundamental en la configuración de sectores económicos y se sabía también, que estos conglomerados tenían una participación muy activa en las colonias de países como Inglaterra, Francia y Holanda .
Así mismo, era conocida la existencia de poderosos lazos entre la producción, el comercio y la banca, y que en el centro de este enlazamiento operaban conglomerados. En ese sentido, las modernas corporaciones transnacionales (CTN) ,constituyen una versión desarrollada de aquellos antiguos conglomerados .Es verdad que el carácter multinacional de sus inversionistas y el nivel de concentración de capitales, les otorga un poder jamás observado en la historia, que doblega a Estados nacionales y diseña el Estado Transnacional (ETN) para imponer sus condiciones. No obstante, en última instancia son herederos de una tarea similar ejecutada por las primeras corporaciones, la acumulación indiscriminada del capital.
Se concluye, por tanto, que las CTNs son agentes relativamente nuevas en cuanto a su dimensión y poder, pero antiguas en lo que respecta a sus prácticas de dominación y servicio al capital.
Hasta apenas unos años la globalización se mostraba como un proceso que ilusionaba a muchos. La guerra fría había culminado. La revolución en ciencia y tecnología abría las puertas a enormes oportunidades de acelerar el desarrollo de los países y regiones más atrasadas del mundo. Los particulares avances en comunicaciones crearon el mito de la "aldea global", que facilitaría la construcción de un mundo para todos. Lamentablemente, hemos comprobado con sufrimiento, que tan lejos se estaba de alcanzar esas loables expectativas y que tan cercanos nos hallamos del abismo. Pero no es hora de lamentarse sino de comenzar a evaluar la crisis que no sólo afecta a la globalización como proceso sino, lo que es más importante todavía, nuestras posibilidades de edificar sociedades estables y encaminarnos hacia el desarrollo.
Para tal efecto, es preciso describir los resultados generados por la globalización sobre factores y sectores específicos.
El crecimiento económico de la post segunda guerra mundial, sustentado en el desarrollo de la actividad industrial, permitió la expansión de la fuerza laboral. Sin embargo, la alteración del orden mundial y el ascenso del capital financiero como motor de la economía en desmedro del capital productivo, sumado a avances tecnológicos que hallaron sustitutos robotizados "más productivo y rentables "que el ser humano en el desempeño de tareas específicas propició un aumento nunca antes visto en las tasas de desempleo de los países tercer mundistas .
A ello debe agregarse las políticas de liberalización que socavaron el valor del trabajo, facilitando la explotación de millones de personas, quienes aterrorizados por la posibilidad real de quedar marginados del ámbito laboral y abandonados a su suerte por los estados, flamantes conversos al neoliberalismo, aceptaban condiciones humillantes para trabajar .
A partir de la tercera década del pasado siglo los países del tercer mundo pusieron en práctica procesos de industrialización por sustitución de importaciones, destinada (en proyecto) a propiciar el desarrollo económico mediante la capitalización y una equilibrada distribución de la riqueza. Se ejecutaron reformas agrarias, se alentó la participación popular en estados de bienestar, que protegían a inversionistas locales.
Sin embargo, la globalización terminó con esas políticas desarrollistas e impuso su modelo de economía abierta, sin restricciones con privatizaciones que transfirieron el ahorro y la inversión hacia las transnacionales, concentrando la propiedad del comercio, la industria y las finanzas locales en manos de gigantescas corporaciones multinacionales (CTNs) ,sin el menor compromiso social. El pago de la deuda acabó con los recursos que aún le quedaban a los estados.
Las políticas neoliberales impulsadas por los países subdesarrollados para insertarse en la globalización ,avasallaron conquistas sociales alcanzadas a lo largo de décadas de luchas, bajo la premisa que éstas atentaban contra el "sano" desenvolvimiento de la economía.
Especial mención corresponde el desmantelamiento de los sistemas de previsión social a cargo del Estado, en favor de una discutible asignación al sector privado, de
tareas que en cualquier sociedad que pueda considerarse a si misma como civilizada son de interés público por responder al bienestar general
.
La explotación desenfrenada de los recursos naturales ha provocado efectos que pueden llegar a ser catastróficos en el mediano y largo plazo, la destrucción de sistemas ecológicos, el aumento alarmante en la contaminación ambiental y el calentamiento global son algunas de las consecuencias de la globalización .
Las campañas privatizadoras abandonaron la naturaleza a criterios contables, a la evaluación de tasas de ganancia que no guardaban ninguna consonancia con el frecuentemente mentado "desarrollo sostenible" .Pero, a diferencia de los seres humanos, la naturaleza ha encontrado la forma de vengarse del capitalismo, El agotamiento de los recursos, la culminación de la idea de una disponibilidad perpetua de fuentes renovables plantea al menos un obstáculo al avance arrollador del capital.
La reforma de los circuitos alimenticios ha concentrado en manos de las corporaciones transnacionales la producción y distribución de alimentos, que se ha constituido en uno de los más grandes negocios de las últimas décadas. Esto tiene una serie de consecuencias que se extienden a amplios sectores .
El primero en sentir esta intervención de las CTNs, es el campesino. La lógica del gran capital conlleva la supresión de todos aquellos modos de producción considerados como primitivos. En este sentido, la actividad de los medianos y pequeños campesinos dirigida básicamente al sustento de la población en escalas de reducida o regular intensidad, resulta agredida y desplazada por los conglomerados multinacionales que operan a gran escala para atender el sustento de millones de personas en todo el mundo. De esta manera, en su búsqueda de concentración de poder económico, las CTNs han iniciado por primera vez en la historia, una guerra total en contra del campesino, sostenedor de la civilización humana desde la revolución neólitica ,por ser considerado como anti-económico. Está situación apuntalada por las masivas privatizaciones de tierras y bosques, se extiende a los mares en los cuales se observa la sustitución de pequeños productores pesqueros y marisqueros por las flotas de arrastre y la instalación de fábricas que procesan indiscriminadamente los productos marinos.
La siguiente en sentir la actividad de las CTNs fue la misma naturaleza. La selección natural se vio sustituida por una selección escogida en torno a los intereses empresariales, que vienen a ser los "criterios de productividad". Así, un incontable número de animales, plantas, insectos, hongos y bacterias estimadas como anti-económicos son agredidas por los representantes del gran capital y en la búsqueda de su extinción, originan una guerra que altera los eco- sistemas. A la que se agrega el establecimiento del monocultivo y la asignación de tierras planeadas exclusivamente para la ganadería corporativa y el bosque artificial.
Para cerrar el circuito de control sobre los alimentos, se modifican considerablemente las cadenas de distribución, cuya propiedad es monopolizada por las grandes consorcios comerciales. Los supermercados capitalistas aplastan al pequeño comercio y las ferias de productores independientes.
La víctima final de la apropiación de los circuitos alimenticios por parte del capital transnacional es el consumidor. Los criterios para la alimentación de la población del planeta fijados por las grandes inversionistas responden a consideraciones monetarias y rentistas. Los patrones de consumo se alejan así de su contribución al sustento nutritivo de los habitantes y se someten a consideración de tasas de ganancia. Un negocio es bueno si produce beneficios, importando poco si los nuevos hábitos alimenticios son consistentes y sanos o si el hambre se extiende a vastas regiones del planeta. En síntesis, el capital financiero impone sus intereses a las necesidades reales de los consumidores.
La lógica del sistema capitalista fundada sobre las bases de la acumulación y el intercambio continuo, exige la implantación de una cultura de consumo. El marketing se ha extendido a las diversas capas de la población para impulsar la vocación consumista en atención a la satisfacción de necesidades reales o artificiales. Inclusive se han creado consumidores compulsivos respecto a productos no sólo innecesarios sino hasta dañinos.
La mercantilización del consumo se ha adaptado perfectamente a las desigualdades sociales. A las clases altas se ofrece el último alarde de la tecnología, a las clases medias productos para alentar sus aspiraciones de desarrollo a menor precio y. a las clases más desposeídas la posibilidad de satisfacer sus necesidades elementales a costos más accesible a sus reducidas rentas
Sin embargo, está concepción consumerista se ha visto rudamente golpeada por la llegada de la crisis. Existe una propensión a no consumir y ahorrar para afrontar épocas de "vacas flacas" .El mercado se deprime y las CTNs ven caer sus beneficios, particularmente en los países subdesarrollados
La concentración de capital, fue durante mucho tiempo, particularmente en el periodo de postguerra, un síntoma de un fuerte proceso competitivo, en donde era fundamental disponer de capital para ejecutar grandes inversiones y mantener la capacidad crediticia de las empresas.
Pero posteriormente la concentración fue síntoma de las dificultades en el ambiente de la crisis. Las fusiones otorgaban un respiro frente a competencias que podían llegar a ser recíprocamente destructivas. Sin embargo, estas fusiones y megafusiones no estuvieron acompañadas por inversiones reales. Más bien se dirigieron al control del comercio y a la actividad especulativa de carácter financiero. El factor más dañado en este proceso resulto ser el trabajo. La extensión de los criterios de productividad a través del mundo de las CTNs, eliminó empleos y redujo las expectativas de los trabajadores respecto a la retribuciones que podían obtener de estás empresas por la prestación de sus servicios. Más aún, se "flexibilizó " las condiciones laborales introduciéndose con insistencia el uso de formas tales como "destajo,""temporalidad","obra o servicio específico", etc, todas ellas destinadas a reducir o eliminar los compromisos patronales frente a sus empleados. En los países subdesarrollados, estas políticas facilitadas por la liberación de los mercados, incrementa el desempleo, la pobreza, la marginación de millones de personas, aumentando la brecha abismal entre unos pocos muy ricos y los muchos muy pobres, condenados a vivir en condiciones de miseria, casi infrahumanas.
Los desalentadores resultados obtenidos por la globalización han dado pie a la extención de protestas contra el sistema impuesto por las CTNs y las organizaciones supranacionales del ETN. Ya aparecen cada vez con mayor persistencia movilizaciones de la sociedad civil exigiendo la reevaluación de políticas consideradas como elementales para el desarrollo por los gobiernos neoliberales .La privatización, la desregulación, la abolición de los derechos sociales y laborales, la negación sistemática a formas autogestionarias de gobierno y la pasividad de los estados frente al mercado están siendo sometidos al análisis de instituciones independientes que difícilmente podrían ser acusadas como defensoras de posiciones estatistas o socialistas.
"La forma que el capitalismo toma en nuestros países (pobres)... es la forma imperialista. Llamamos imperialismo a la exportación (y expansión) del capital de los grandes centros industriales hacia los países no desarrollados económicamente, con el objeto de invertir en ellos y hacerlos producir por el trabajo barato de los brazos naturales o nativos". (Haya de la Torre, Revista Figuras, Mayo de 1957, Año II, Número 16, p 10)
Como ya se ha expuesto previamente, la globalización viene a constituir la forma más desarrollada e intensa mediante la cual los capitales de los países centrales se expanden sobre la periferia, aún en las zonas más recónditas del orbe, para imponer su presencia y consolidar su perpetua tendencia a la acumulación.
Las políticas de liberalización, privatización, desregulación y repliegue estatal, y particularmente aquellas tendientes a "flexibilizar" las relaciones laborales, no han hecho más que facilitar la actividad hegemónica de las CTNs, convertidas en verdaderas estructuras imperiales con un enorme poder que escapa al control de los estados nacionales siendo sólidamente respaldadas por el ETN.
"El imperialismo, ya feudal, ya mercantilista, ya capitalista – caso contemporáneo de expansión de los grandes países industriales – está determinado por condiciones económicas, es la acumulación y expansión del sistema de explotación de una clase que usufructúa sobre las clases que producen, primero dentro de un país dado, y más tarde sobre países extraños, generalmente menos desarrollados que el país donde insurge el imperialismo y consecuentemente más débiles que aquél". (Haya de la Torre, Construyendo el Aprismo, Buenos Aires, 1933, - Artículos y Cartas desde el Exilio 1924-1931 pp 123 y 124).
En efecto, tal como se ha señalado en el capitulo II de éste documento, la sociedad capitalista tiene como una de sus principales características la desigualdad en la apropiación y usufructo de la riqueza, precipitada por la tendencia natural del capital a acumularse y expandirse para aumentar su tasa de ganancia. Pues bien, es esta tendencia lo que motiva su exportación hacia regiones subdesarrolladas.
La globalización y su socio la mundialización son la expresión moderna de cómo se imponen en nuestros días los criterios de la sociedad capitalista en todo el globo terráqueo de la mano con las CTNs.
"El imperialismo implica en nuestros países el advenimiento de la etapa capitalista industrial, bajo formas características de penetración, trae consigo los fenómenos económicos y sociales que produce el capitalismo en los países donde aparece originalmente, la gran concentración industrial y agrícola, el monopolio de la producción y circulación de la riqueza, la progresiva destrucción o absorción del pequeño capital, de la pequeña manufactura, de la pequeña propiedad y del pequeño comercio...". (Haya de la Torre, El Antiimperialismo y el Apra, Santiago, Chile, 1938, 2 Edición, Edit. Ercilla p 155)
La globalización ha marcado la tendencia al abandono de programas de gobierno desarrollístas en los países del tercer mundo que en décadas pasadas fueron auspiciados por estados del bienestar. En contraste, se abrieron irrestrictamente los mercados nacionales, permitiendo con ello que las CTNs sean las grandes concentradoras del capital, aplastando a competidores locales y procediendo con criterios de gestión que básicamente se limitaron a contemplar tasas de utilidades, frecuentemente producto de inversiones especulativas, sin demostrar algún grado de compromiso social.
"Las industrias que establece el imperialismo no son, casi nunca, manufactureras, sino extractivas de materias primas o medio elaboradas, subsidiarias y subalternas de la gran industria de los países más desarrollados. La primera etapa del capitalismo en los pueblos imperializados no construye la máquina...La máquina llega hecha y la manufactura es siempre importada. El mercado que la absorbe es también una de las conquistas del imperialismo, y los esfuerzos de éste tenderán persistentemente a cerrar el paso a toda competencia local. Así es como al industrializarse los países de economía retardada, viven una primera etapa de su desenvolvimiento lento e incompleto". (Ibid p 63)
El ETN y sus aparatos supranacionales de vigilancia, definen e imponen las políticas económicas a las naciones subindustrializadas para "asegurar un uso racional de los recursos", ejerciendo para ello toda suerte de presiones. En tanto, las CTNs son los instrumentos empleados por los grandes inversionistas mundiales para consolidar su dominio en la periferia.
4.5 La Ambivalencia del Imperialismo.
"El imperialismo como fenómeno económico es el advenimiento del capitalismo industrialista en los países no desarrollados. Y como el industrialismo y el capitalismo significan un grado más alto de progreso sobre las formas de producción anteriores, el advenimiento del imperialismo en los países poco avanzados económicamente comporta también un paso hacia delante en los modos de producción y de cambio
Luego hay un lado constructivo y progresista en el imperialismo...Pero el imperialismo, no es sólo progreso económico. También trae injusticias y es opresor, negativo e inhumano en sus formas de explotación de los pueblos". (Haya de la Torre, Febrero 1977, Testimonios y Mensajes, Obras Completas, T1, pp 323 y 324).
"Por tanto, hay que reconocer en el Imperialismo un contenido de progreso y otro de peligro: resistir éste y aprovechar aquél es el planteamiento que los Apristas llamamos anti-imperialismo "constructivo"; que, como lo propone nuestro planteamiento programático, admite la necesidad y reconoce los beneficios del capital extranjero que lleva trayendo adelantos, pero condiciona y exige medidas de control para sus posibles excesos. Y esto implica y obliga a saber tratar con él. (Haya de la Torre, Discurso al ser incorporado al Primer Congreso Nacional del Partido del Pueblo)
En los últimos cincuenta años se han producido avances sin precedentes en casi todos los campos del conocimiento humano. Los progresos científicos y tecnológicos alcanzaron una velocidad de transformación y amplitud de aplicación jamás vista en miles de años de historia. Estos cambios cada vez más vertiginosos están modificando tan drásticamente las condiciones de vida y las costumbres alrededor de todo el orbe que los habitantes del planeta a mediados del siglo XX no hubieran podido imaginarse.
Los logros obtenidos tienen la virtud de haber creado enormes oportunidades para el desarrollo integral de los seres humanos; a tal punto esto es así, que personas de condiciones relativamente modestas disponen de expectativas en calidad de vida superiores a la que podían aspirar los más afortunados y poderosos a comienzos del siglo pasado. Los desarrollos en medicina e infraestructura sanitaria, comunicaciones, agricultura y en las diversas especialidades de ingeniería, han incrementado sustancialmente las esperanzas para disponer de una vida saludable y próspera a millones de personas.
Pero esos desarrollos han venido acompañados por nuevas configuraciones en el orden mundial tendientes a incrementar la desigualdad y marginación. El ascenso del capitalismo financiero y rentista, así como la preeminencia de los sectores más conservadores y reacios a compromisos sociales han creado las condiciones para una concentración de la riqueza cada vez más ostensible. El imperialismo traslada éstas nuevas condiciones a la periferia, vía las CTNs y el ETN, llevando progreso y avances técnicos, pero limitando su usufructo a reducidos sectores sociales en detrimento de las mayorías.
Por ello, en los albores del tercer milenio una serie de problemas sin resolver crean frustraciones, tensiones, riesgos, y dudas respecto al futuro. La pobreza extendida en muchas regiones del mundo, la hambruna y epidemias que azotan a millones en los países subdesarrollados, la absoluta carencia de bienes y servicios básicos, y en general las condiciones paupérrimas en que subsisten vastos sectores sociales, condenados a la desesperanza y miseria permanente, nos plantean interrogantes inquietantes con relación al significado de los éxitos alcanzados. ¿Cuál es su repercusión para la mayor parte de la humanidad y los eventuales costos que podrían asumir las próximas generaciones?. ¿Cómo poder valorar los viajes al espacio, la televisión por cable, la comunicación vía satélite, las computadoras personales y las redes de información, los desarrollos en biotecnología, y toda la gama de éxitos
científicos conseguidos si el producto de ellos no se hace extensivo al grueso de la población mundial? que, paradójicamente, sufre efectos negativos colaterales como el deterioro del medio ambiente, supresión de patrones de consumo tradicionales "por no responder a criterios económicos", exclusión de los mercados de producción por su falta de infraestructura y, peor aún, imposibilidad de acceder a fuentes de trabajo por su falta de calificación en un mundo donde el saber es cada vez más importante pero a la vez más exclusivo de pequeñas elites
4.6 Apuntes respecto al Estado:
Este no es un alegato en búsqueda del retorno a ese estado gigante centralista e ineficiente en la asignación de los recursos e ineficaz en la obtención de resultados. De hecho, la apuesta que, sin conocerlo adecuadamente, los pueblos efectuaron en favor del neoliberalismo fue una consecuencia de la pésima intervención de la burocracia gubernamental en los asuntos económicos. No se redistribuyó adecuadamente la riqueza ni mucho menos se alcanzó el tan ansiado desarrollo equilibrado y autosostenible. Es verdad que se obtuvieron importantes conquistas sociales en salud, educación, seguridad social, prácticas laborales beneficiosas a los trabajadores. Sin embargo, fue la incapacidad del estado para edificar un sólido proceso de desarrollo lo que, en última instancia, determino el avasallamiento de estos logros por la desenfrenada aplicación de políticas liberales. El enfoque de una renovada participación del estado debe ser, por tanto, distinta.
La promoción plantea, necesariamente considerar el respaldo financiero a proyectos de inversión destinados a impulsar el crecimiento ordenado, descentralizado e integrador de las economías locales y regionales en todo el país, mediante la puesta en operación de los diversos factores productivos, especialmente la mano de obra. Pero, a efectos de evitar cometer los errores del pasado es preciso establecer algunos requisitos:
1). Priorizar el crecimiento selectivo de sectores en los cuales, el país pueda participar exitosamente en el mercado mundial y en aquellos que por su especial naturaleza sean claves para el autosostenimiento e integración nacional. Está selección no implica por cierto el abandono de sectores que no califiquen como prioritarios, los que podrían ser atendidos en consideración a motivos específicos.
2). Sometimiento a rigurosos análisis de costo/beneficios, aplicándose el doble criterio de la rentabilidad pública o social y privada de los mismos.
3). Establecer mecanismos que permitan un razonable seguimiento en la ejecución de las inversiones. Por ejemplo, demostrando que quienes van a conducir su puesta en práctica reúnan los requisitos de calificación y/ o experiencia previa.
Iniciativas como el Banco Agrario ingresan en está forma de apoyo estatal, que básicamente contempla, un reflotar instituciones de fomento, cuya administración podría ser ejercida directamente por burocracia gubernamental o encargada a consultorías privadas, bajo la modalidad de contratos de gestión.
Un segundo mecanismo de promoción consiste en establecer una alianza con instituciones del sistema financiero, parecida a la que ya existe con COFIDE, pero sometida a un nuevo impulso y estudiando alternativas para resolver el tema de las garantías.
Pero existe un tercer mecanismo promotor que consiste en que el estado asuma roles empresariales para desarrollar nuevos sectores, considerados potencialmente rentables, los mismos que, una vez consolidados, serían transferidos al sector privado. Chile ofrece una experiencia valiosa con el apuntalamiento inicial de la fruticultura mediante la acción del estado y su posterior privatización.
Como se observa, la promoción gubernamental no consiste en reemplazar al capital privado sino en participar concertadamente en la edificación de un modelo de desarrollo sostenible.
4.6.2 La Regulación Estatal:
Víctor Raúl planteó y consideró correctamente la doble valencia del fenómeno imperialista. Aprecia la necesidad de la inversión extranjera que internaliza capitales y tecnologías, pero cuestiona su naturaleza depredadora.
Los temas medulares de la regulación radican en la defensa de los intereses nacionales y la capacidad de negociar con inversionistas foráneos condiciones favorables para su participación en la economía doméstica y finalmente en la instalación de mecanismos que fiscalicen esa participación.
En el contexto de la actual globalización financiera con la emergencia de las corporaciones transnacionales (CTNs) y su aparato político, el Estado Transnacional (ETN),es fundamental que el Estado Nacional se reafirme en la necesidad de actuar como agente regulador .Sin embargo, resulta evidente en la nueva concepción de la regulación deben ser incorporadas instituciones de la sociedad civil, cuyos intereses se vean directamente afectados, -por ejemplo, asociaciones de consumidores -,para procurar una mayor eficiencia en el cumplimiento de sus tareas y disminuir los riesgos de corrupción de funcionarios ,tan presente y dañina en el pasado.
Uno de los conceptos inherentes al aprismo es la solidaridad. Está se plantea en sus dimensiones económicas y sociales .
En lo económico, implica el derecho de todos a compartir equitativamente la riqueza generada por los procesos de producción. Propuestas como el Congreso Económico Nacional, la promoción del cooperativismo y diversas formas asociativas para participar en la actividad económica ,son muestras de la vocación solidaria del aprismo . No se trata de aplastar la individualidad es más bien una concepción de equilibrio, que permite a todos satisfacer sus necesidades básicas como requisito previo para su desarrollo personal.
Respecto a la esfera social, el aprismo tiene un compromiso con la defensa de principios de equidad en educación, salud, vivienda, seguridad social y en general con el goce de una calidad de vida digna. La igualdad de oportunidades se erige como una condición indispensable para dirigirnos en el camino correcto hacia la justicia social.
Humberto A. Martinelli
Administrador de Empresas
U. de Lima
E-mail: hamartin@terra.com.pe
Telf: (Casa) 3723220 (Oficina) 3725281 – 3721497
Miembro del GRUPO FORUM- Aprista, Generacional y Antiimperialista